FLORES

Flores del verano

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El Monte de La Alhambra

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         El carmen estaba situado en un terreno alargado, a media ladera. Tenía una alberquilla pegada al monte, uno de sus lados era el corte vertical de la roca natural. Desde arriba caía un chorrillo de agua que se deshacía en una pequeña lluvia de gotas. Una pajarita de las nieves hacía su nido en un hueco justo detrás de la cascada.

El agua se mantenía limpia y helada todo el verano, porque recibía poco sol. La cubeta daba para un par de brazadas y poco más, pero un solo baño corto valía para sentirse refrescado todo el día. Además para prolongar el efecto, de vuelta a casa mi padre nos compraba un helado de cucurucho en Los Italianos, una heladería de la calle Almireceros. Alguien se ríe de mi cuando aún pido un Tutti-Frutti que era mi preferido pero ya no se estila.


Subía al monte de La Alambra con mis primos Luis y José María y cogíamos almecinas maduras que roíamos, guardando sus huesecillos redondos para usarlos como munición soplándolos con un carrizo. Algún día de mucha suerte, ya anocheciendo, encontrábamos “gusanitos de luz”  (luciérnagas) que yo me empeñaba sin éxito en criar.

El Tío Luis tenía un huerto con unos cuantos arriates, regados con el agua de la alberquilla: unos fresones, lechugas, pimientos y una gran mata de alcachofas. A mis primos les ponía por la noche clavados en la tierra, junto a las matas, caramelos de palito (precursores del Chupa-Chup). Ellos por la mañana iban a recogerlos muy convencidos de que las matas de pimientos daban caramelos yo les seguía la corriente porque eran un poco más pequeños.


./... (de Paquito de 0 a 13)





Flores del verano
Ceras y tinta china sobre papel.

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